lunes, 28 de mayo de 2007

¿ES PALABRA DE DIOS?. TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR | Harold Segura

Aparecida, 28 de mayo de 2007


Me dijeron que hoy lunes iba a participar en la celebración eucarística como lector de uno de los textos bíblicos, pero hasta ayer en la noche no habían recibido la confirmación. De todos modos me preparé para la ocasión. Me levanté más temprano que de costumbre ---a pesar del frío inmisericorde que hacía---, abrí la ventana y vi sólo la neblina, preparé mi vestido azul oscuro, lustré los zapatos, ajusté el nudo de la corbata, desayuné con rapidez y me dirigí al cumplimiento de mi deber. Con pausa de sacristán caminé la rampa de trescientos metros que une el parque de la Iglesia Antigua con la Basílica de Nuestra Señora. Esa caminata puede ser hasta una experiencia espiritual, siempre y cuando salga el sol, canten los pájaros y se divise en el horizonte la torre majestuosa de Aparecida. Pero con el frío de hoy no podía ser más que un sacrificio por la unidad. En el trayecto encontré al Padre Efraín Martínez Delgado (México) encargado de la coordinación de la liturgia durante estos días quien confirmó mi participación y la agradeció de antemano.

---¿Y qué debo hacer, Padre?, le pregunté.
---No, tranquilo; sólo leer. Ya nos vemos en la Basílica y le digo cuál es el texto, me respondió él.

Bueno, dije yo, una lectura no es más que una lectura y yo tengo experiencia. Sólo afinar la voz (la tos a veces me traiciona), mirar bien el texto (los lentes bifocales me pueden engañar), hacerlo con la conocida pausa presbiterial (sin nada de dramatizaciones ni de acentos protestantes) y levantar los ojos de vez en cuando (lo aprendí en el Seminario). ¿Acaso no he sido profesor de homilética y he enseñado cómo se debe leer en público?, me dije para mis adentros.

Minutos antes de comenzar la Misa, el Padre Martínez me dijo que no usara mi libro de Celebraciones litúrgicas ---el libro rojo de 647 páginas que nos entregaron desde el primer día---. El libro, me dijo, lo encontrará en el púlpito, abierto en el texto bíblico correspondiente al día de hoy. Bueno, lo único que hice antes de cumplir con el encargo fue leer el texto asignado y repasar el orden de la liturgia en general. Primera sorpresa: esta Misa se celebra en honor de Nuestra Señora de Guadalupe. Segunda sorpresa: el texto que debo leer es un deuterocanónico; Eclesiástico (Sirácide) 24:23-31. Tercera sorpresa: al final de la lectura debo decir "Palabra de Dios". ¿Qué irán a decir mis hermanos y hermanas evangélicas cuando me vean en la televisión? Ojalá que la alegría de verme en la pantalla (porque todavía hay algunos que se alegran con estas cosas pequeñas) les oculte lo del apócrifo... o que confundan Eclesiástico con Eclesiastés. Ya veremos, dije yo, invocando el auxilio del Espíritu Santo.

La Misa inició a las 8:00 hs. El celebrante fue Monseñor Carlos Aguiar Retes (México) junto a dos Obispos más, Jorge Enrique Jiménez Carvajal (Colombia) y Adalberto Martínez Flores (Paraguay). El coro de más de cien voces, como siempre, afinado; la televisión otra vez en sus puestos; los Cardenales adelante, en el primer círculo concéntrico, los Obispos en el segundo, los laicos, los peritos, los religiosos, las religiosas y los observadores en el tercero. Cuando vino mi turno, yo leí.

Al final, siendo las 8:50 hs., cuando terminó la celebración, el primero que vino a saludarme fue el Padre Víctor Manuel Fernández, Vice-Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Argentina, UCA. "Ya me di cuenta. Hiciste un gran esfuerzo ecuménico al leer un deuterocanónico y recitar al final, Palabra de Dios. Ya en la sala de la Asamblea se acercó el Cardenal Giovanni Battista Re, también Presidente de esta Conferencia, para agradecerme la lectura.

---La hizo muy bien, me dijo con la sonrisa amable del italiano de siempre.
---Señor Cardenal, le dije yo, pero me hicieron trampa. Y le expliqué lo ocurrido por si él no se había dado cuenta.

Pero ahora déjenme aclarar lo que pasó. Tengo derecho a la legítima defensa. ¿Cómo les explico a mi familia evangélica lo de "Palabra de Dios" aplicada a uno de los apócrifos?. Pues bien, esto también lo aprendí siendo profesor de oratoria sagrada (para algo sirve ser profesor). Cuando una frase afirmativa es leída con una suave elevación al final de la última palabra, lo afirmativo se transforma en interrogativo. De modo que yo no dije "Palabra de Dios", sino "¿Palabra de Dios?". Y no tengo la culpa de que ante mi pregunta todos hayan respondido "Te damos gracias, Señor".

Cardenal Giovanni Battista Re, ¿me hicieron trampa? o ¿les hice trampa?, !Todo sea por la unidad! Te damos gracias, Señor.

Harold

4 comentarios:

Jesús Vera dijo...

Increíble forma en la cual puedes asumir este reto ante mucho pueblo evangélico que te observa, gracias a Dios por tu vida y sobretodo tu valentía de estar en ese lugar, seguro regresarás lleno de experiencia del Reino que te ayudarán en tus ministerios que desarrollas.

No cabe cabe duda que Dios siempre tiene algo para quien tiene una mente abierta. Y por lo de Palabra de Dios no te preocupes el escritor de Judas hizo palabra de Dios lo escrito acerca de la contienda del Arcanagel Gabriel contra el Diablo, que bien sabemos nos viene de un libro considerado Apócrifo, por lo tanto no eres el primero ni el último.

Dios te bendiga y una abrazo desde Ensenada, Baja California, México

Tu consiervo

Jesús Vera

Eduardo Flores G. dijo...

Me adhiero al comentario anterior. Que todo lo que hagamos lo hagamos por el Señor y por la unidad de los cristianos. Me gustaría que siguiéras comentando otras impresiones.
He compartido con mis amigos católicos las palabras de salutación del grupo protestante. Ellos me lo agradecieron

Harold dijo...

Jesús, aprecio tus palabras y agradezco que hayas seguido las crónicas.
¿Cómo ampliar nuestra ment y nuestrocorazón al tamaño del de Jesús? Ese es el desafío.
Un abrazo,
Harold

Harold dijo...

Eduardo, me gustan esas palabras, "hacer todo para el Señor".
Saludo para los(as) cochabambinos(as).
Harold